"Mas él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro."
(Job 23:10).
Con frecuencia la mejor evidencia que puedes tener de que
te hallas en la senda correcta, consiste en que el menor de
los progresos te cuesta esfuerzo y que las tinieblas envuelven
tu senda.
De acuerdo con mi experiencia, las más elevadas cumbres de fe
se pueden alcanzar sólo a través de tinieblas y nubes.
No es conveniente que albergues dudas y temores, porque
crecen cuando las contemplas y hablas acerca de ellos.
Creo mejor extender la mano y aferrarte de la de Cristo, tal
como lo hizo el discípulo que se hundía en el mar. Que
tu deseo sea cumplir tu tarea con fidelidad, de manera que cuando
tengas que comparecer delante del gran trono blanco y se te
ordene responder por lo que has hecho en el cuerpo (todo lo
cual está escrito en el libro), que puedas ver almas de pie
para dar testimonio de que las amonestaste y les rogaste que
contemplaran al Cordero de Dios que quita los pecados del mundo.
La ciudad de Dios con todos sus atractivos dice: "Ven". Si
mediante una vida santa, mediante tus ruegos, oraciones y
amonestaciones puedes señalar la vía de escape a los pecadores e
inducirlos a concentrar su atención en los portales celestiales
abiertos para recibirlos; si pueden ver por la fe que el acceso a
la vida es una puerta abierta, lo habremos ganado todo.
Los atractivos terrenales se disiparán, lo celestial prevalecerá y
atraerá al alma con sus encantos.
Lo que te impide perfeccionar un carácter cristiano se
encuentra dentro de ti. Jesús lo puede eliminar. La cruz que
quiere que llevemos nos fortalecerá más de lo que nos va a
consumir, y eliminará tus pesadas cargas para conferirte
la de Cristo, que es liviana.
Al cumplir tu deber enfrentaras conflictos y pruebas. Cristo
nos ha llamado a participar de la gloria y la virtud. Cada
acto de abnegación que realizas y cada sacrificio que haces
para seguir a Cristo, son los pasos que da la oveja perdida
para regresar al redil.
(Job 23:10).
Con frecuencia la mejor evidencia que puedes tener de que
te hallas en la senda correcta, consiste en que el menor de
los progresos te cuesta esfuerzo y que las tinieblas envuelven
tu senda.
De acuerdo con mi experiencia, las más elevadas cumbres de fe
se pueden alcanzar sólo a través de tinieblas y nubes.
No es conveniente que albergues dudas y temores, porque
crecen cuando las contemplas y hablas acerca de ellos.
Creo mejor extender la mano y aferrarte de la de Cristo, tal
como lo hizo el discípulo que se hundía en el mar. Que
tu deseo sea cumplir tu tarea con fidelidad, de manera que cuando
tengas que comparecer delante del gran trono blanco y se te
ordene responder por lo que has hecho en el cuerpo (todo lo
cual está escrito en el libro), que puedas ver almas de pie
para dar testimonio de que las amonestaste y les rogaste que
contemplaran al Cordero de Dios que quita los pecados del mundo.
La ciudad de Dios con todos sus atractivos dice: "Ven". Si
mediante una vida santa, mediante tus ruegos, oraciones y
amonestaciones puedes señalar la vía de escape a los pecadores e
inducirlos a concentrar su atención en los portales celestiales
abiertos para recibirlos; si pueden ver por la fe que el acceso a
la vida es una puerta abierta, lo habremos ganado todo.
Los atractivos terrenales se disiparán, lo celestial prevalecerá y
atraerá al alma con sus encantos.
Lo que te impide perfeccionar un carácter cristiano se
encuentra dentro de ti. Jesús lo puede eliminar. La cruz que
quiere que llevemos nos fortalecerá más de lo que nos va a
consumir, y eliminará tus pesadas cargas para conferirte
la de Cristo, que es liviana.
Al cumplir tu deber enfrentaras conflictos y pruebas. Cristo
nos ha llamado a participar de la gloria y la virtud. Cada
acto de abnegación que realizas y cada sacrificio que haces
para seguir a Cristo, son los pasos que da la oveja perdida
para regresar al redil.
¡Que Dios te bendiga!