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Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras,
las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.
Efesios 2:10
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Muchos han comparado el mundo con un teatro, y a los seres humanos
con actores. Todos somos protagonistas del drama de la vida, intentamos
interpretar nuestro papel lo mejor posible para convencer a los espectadores.
Nuestro deseo más profundo es cosechar aplausos y elogios que
incluso quizá nunca lleguen; en ese caso pensaremos haber sido
reprobados en nuestra actuación.
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En realidad, la vida no es una mascarada, ni tampoco una obra teatral en
la que los seres humanos representamos personajes, pero sin ser realmente
quienes aparentamos ser. La vida en esta tierra es una realidad que debemos
enfrentar con autenticidad. Necesitamos ser lo que somos, sin máscaras,
ni simulaciones. Hemos de mostrarnos naturales, reales, sinceras, tal como
somos.
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Ser genuinas, honestas, veraces y confiables es lo mejor que podemos
hacer con el fin de alcanzar el éxito. Quien acostumbra a utilizar máscaras
y disfraces para ocultar quién es realmente, en algún momento se sentirá
cansado o cansada. Y, más pronto que tarde, se descubrirá su teatro.
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Descubramos nuestros talentos y démosle uso. Todas los tenemos y, por
designio de Dios, son diferentes en cada caso. Somos individuos únicos. No
tratemos de ser una persona diferente, atrevámonos a ser quienes somos, nosotras
mismas. No abriguemos la idea de que los demás son mejores que nosotras,
porque nos hará perder de vista quiénes somos y lo que somos capaces
de hacer con la ayuda de Dios.
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Amiga, actúa hoy con la confianza de que eres personada dotada de
cualidades y que te corresponde desarrollarlas según tu propio estilo. No
intentes aparentar lo que no eres, pues vivirás con el temor latente de que
los demás descubran quién se oculta tras tus máscaras. Por otro lado, al
hacer un escrutinio de tu vida, probablemente descubrirás que tienes
defectos y debilidades. Si ese es el caso, asúmelos con honestidad. Eso te
hará recordar que para todo aquello que a ti te resulta imposible, Dios
tiene una salida y una respuesta.
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Permite que se manifieste esa bella persona que hay en tí. Deja que
crezcan sus alas para volar con libertad, teniendo la certeza de que Dios
te rescatará en caso de que en algún momento desfallezcas.